Collage de @pythonbullet. Ve su trabajo en
http://cargocollective.com/stadur
Hace unas semanas, cuando registraba los viejos álbumes
familiares tratando de encontrar fotos de mi niñez que sirvieran para adornar
un poco mi primera entrada en este blog, no pude evitar sentir cierta
incomodidad al echar un ojo a todos esas fotografías, ya un poco decoloradas,
que llenaban los libros de recuerdos. La sensación de pesadez posterior me
abrumo por unos cuantos días hasta que otras preocupaciones me hicieron dejar
de pensar en el asunto; pero justo hoy, tras toparme por accidente con una de
esas imágenes, no pude evitar sentir el deseo de reencontrarme con esa versión más
sonriente de mí mismo que hace tiempo dejé atrás.
Ojalá todos pudiéramos tener un máquina del tiempo que
nos permitiera regresar a ciertos puntos del pasado, a los espacios primigenios
o al origen de todos los pormenores que afrontamos hoy en día, para poder
satisfacer ese deseo compulsivo por retornar a los momentos en que las cosas
eran más simples, no porque ahora sean muy diferentes-aún habito el mismo
país, la misma ciudad, la misma casa y la misma habitación-sino porque incluso
cuando nada a mi alrededor ha cambiado mucho con el paso del tiempo, muchas
cosas han cambiado en mí con el transcurso de los años.
Tal vez sea una percepción propia, pero a veces las
adversidades del presente parecen bañar al pasado con un tinte de
grandilocuencia, por el que nuestra quinta fiesta de cumpleaños se vuelve una
gran celebración y nuestro primer evento escolar luce como algo que debería ser
recordado por el resto de nuestras vidas. Todo lo que sucede ahora: lo que sorpresivo,
lo necesario, lo apremiante; se reduce en el instante en que te expones a una
vieja fotografía o una carta que habíamos guardado, a la par en que el
experimentamos un tránsito hacia un pasado al que nunca volveremos.
Al preguntarles a mis amigos sobre el asunto, me doy
cuenta de cómo cada uno de nosotros vive un movimiento de traslación hacia elementos
del pasado completamente distintos. Algunos añoran la figura de un ser querido
de los cuales se apartaron, otros se revuelven por las esperanzas perdidas y
otros se imaginan ocupando el lugar de una versión más joven de sí mismos; pero
siempre, todos intentan regresar al momento previo a los duelos que significaron
los cambios realizados.
Algunos alegan que la nostalgia se trata de alguna suerte
de mecanismo para revalorizar el pasado, para dar peso a los instantes de los
que despegamos; otros, se esfuerzan por odiar el reencuentro con los remanentes
de un ayer distante; en mi caso, sé que los álbumes de fotos siempre me
devolverán a esos momentos más simples y no importa cuán alto sea el precio a
pagar, siempre intentaré volver a ellos.