18/10/15

El Viaje


El viernes pasado, luego tener un día casualmente cargado de reflexiones sobre la adultez, el paso del tiempo y la búsqueda de nuestros puntos focales—parece que esas temáticas han estado rondando mi vida últimamente—un grupo de amigos y yo resolvimos, como es habitual, dar clausura al día con una película que nos dejara mucho para pensar. Aunque la decisión no estuvo de mi parte y al principio no estaba seguro de qué terminaríamos viendo, pronto me di cuenta de cuán apropiada fue la elección hecha. La escogida fue Hacia Rutas Salvajes (2007) y fue el mejor largometraje que pudimos haber visto esa noche.


Aparte de ser la producción cinematográfica más importante y condecorada de Sean Penn—sí, el actor—como director y de estar cargada de impresionantes imágenes que transportan al espectador a los hermosos paisajes naturales del territorio estadounidense, la película hace un efectivo intento por reubicar al espectador en el camino de su búsqueda personal por los propósitos, la que casi todos experimentamos, y logró sumirnos aquella noche en un debate, un tanto violento, que se extendió por casi una hora.  

Antes de ese día, nunca había considerado cuán importante era emprender el viaje hacia el autodescubrimiento, hasta que una de mis amigas trató de dar cierre a la discusión exponiendo lo necesario que era para cualquiera de nosotros, sin importar la manera en la que fuera realizado, iniciar un odisea para encontrarnos a nosotros mismos. Algo que, en primera instancia, parece ser la aventura más grande que podemos emprender. Aquello provocó mucho ruido en mí.

La libertad, el compromiso, el crecimiento individual, el amor y, quizá más importante, la satisfacción verdadera, son algunas de las escalas que parecen subscribirse al viaje del que Bárbarami amigahablaba; pero no podía parar de pensar esa noche justo antes de acostarme, ¿ cómo en un mundo que te advierte por un lado que la felicidad está en donde la sientas y, por otro, que la misma no se alcanza con facilidad, es posible saber realmente cuál es la ruta que debes seguir para llegar a ella?

Aunque es tonto que me haga interrogantes de tal envergadura y pretenda a los 17 años de edad tener una resolución concreta, después de pensar un poco en lo que visto de otras personas y en cómo algunos se quedan quietos esperando acercarse a sus respuestas, a veces omitiendo las preguntas, y otros se mueven a través de bastas distancias para alcanzar su propio reflejo ulterior, para tener la oportunidad de ver aquello que esperan de sí mismos, parece ser que no importa cuántas millas recorras ni de qué manera lo hagas, porque esta búsqueda no es un movimiento horizontal, sino hacia nuestro propio interior.
Tal vez el camino para la iluminación de algunas personas termina en una oficina de contadores y para otros finaliza en la cima del Kilimanyaro, y  a pesar que probablemente nunca halle una respuesta concreta a  mis dudaincluso después de haber llegado al final de mi propia travesía, hay algo que sí es seguro y le película me apoya en ello: ama lo que haces, ama a otros, ama los espacios que habitas y por los que transitas, ama todo lo que puedas y así, tal vez, el viaje sea un poco más fácil.

PD: Vean ese filme, sé que les gustará.